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Monsanto - Sobre el retrato

Destino turístico fotográfico

Autor: Jesús Salazar – Pro Imagen (fuentes)

Monsanto es uno de los destinos turísticos más famosos del geoparque. Su relieve granítico, conocido en geología como inselberg, es fácilmente identificable desde varios rincones del territorio. Su forma piramidal sirvió muchas veces de musa para mis encuadres.

En 1938 fue decretado “El pueblo más portugués de Portugal”, pero ¿que lo define?¿Sus calles empedradas, angostas y empinadas?¿Su arquitectura romana medieval?¿La tranquilidad que se respira? No lo tengo claro. Lo primero que me llamó la atención fue como la geología del sitio se incorporaba a su arquitectura de una manera particular: bloques gigantes de granito redondeados y a veces angulosos servían de techo o paredes para las casas. Esos mismos bloques de piedra son los que, con la luz apropiada, generan juegos de sombras contrastantes dentro del poblado; curvas, afiladas, cada sombra caracterizada por la forma de erosión del granito. 

No considero que ningún pueblo pueda definirse como el “más portugués de Portugal”. Un país, con toda su historia, arquitectura y tradiciones, no cabe en un poblado. Sin embargo, Monsanto, es un museo abierto, un espacio que muestra a una Portugal tradicional, histórica, amable, con sus casas mordidas por las rocas; un encantador poblado congelado en el tiempo. 

Fácilmente el acto de fotografiar a alguien puede ser interpretado como irrespetuoso. Me habían dicho que en Monsanto es difícil tomar fotos a la gente local. Están tan acostumbrados a su entorno que sortean a los turistas. Luego de algunos ensayos infructiferos, vi a la señora Adriana en el balcón. La saludé y me quedé tomando algunas fotos alrededor. Le hice alguna pregunta, y me respondió amablemente. Hablamos sobre el pueblo y su familia. Tuvimos una larga conversa, en la que asumió que era brasileño por mi Portugués. 

Al rato bajó, se sentó en la calle y siguió contando historias. En la mano tenía un chocolate y lentamente removía la envoltura mientras me contaba como había una película que hablaba de Monsanto que era muy famosa en Japón y por eso hay tantos turistas japoneses. No le pregunté el nombre de la película (típico). Le había pedido retratarla una vez y me preguntó por qué habría de querer retratar a un persona idosa (de edad). Sonreí, le dije que me parecía hermosa. No estaba mintiendo… Tenía ese compás y señorío de las personas adultas, con el candor y alegría de un niño que come un dulce. Llegó un señor. Seguimos hablando (más ellos que yo) y volví a pedirles una foto. Accedieron. No había mucho tiempo. En mi experiencia, cuando pides un retrato a una persona en la calle, tienes una ventana de 30 segundos para mantener la experiencia positiva. En menos de un minuto los retraté a ambos. Seguíamos hablando mientras se reían. Se estaba haciendo tarde y faltaba mucho por disparar. Extendí mi mano, agradecí el momento y me despedí. Todos con una sonrisa. 

Muchas veces lo que interpretamos como desidia del local, no es otra cosa que falta de tacto del otro para establecer una relación que no gire en torno a la foto. Es importante compartir, crear el momento. Nadie tiene la obligación de posar para nosotros, mientras que nosotros sí tenemos la obligación de corresponder a su sucesión, de escuchar su legado, de apreciar su heredad.

Si pasan por la Rua da Frágua en Monsanto y ven a la señora Adriana en su balcón, por favor denle un chocolatico de mi parte.

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