La lectura memorística se caracteriza por comprender lo que el texto dice, pero dentro de límites concretos, es decir, para fines repetitivos, narrativos o memorísticos; como fechas, nombres, personajes, hechos, acontecimientos, etc. La lectura concreta permite un estudio basado en la repetición literal de contenidos, o como mucho, en la narración y descripción muy similar a cómo se halla en el texto. Este modo de leer y expresarse debe conseguirse entre los 8-12 años, en los cursos medio y superior de enseñanza Primaria. Es el momento natural ideal para estimular a los benjamines del arte y deporte del estudio en el hábito de la lectura, como afición y recreo, en sus tiempos libres. Así mismo, invitarles a representar plástica o teatralmente sus lecturas.
El nivel de lectura concreta y de expresión, dentro de los límites concretos, sirve para un estudio en el que predomina la memoria sobre la inteligencia. Con esta calidad de lectura y estudio se hace frente a los niveles de exigencia y de madurez de los cursos de Primaria, hasta los 12 años. A estas edades es pedagógico, estimular la memoria por encima de la inteligencia. Es la etapa de evolución natural del niño para que desarrolle la memoria, después puede ser tarde. Ahora bien, con este nivel de lectura y expresión, la calidad del estudio es fundamentalmente memorística. No se debe basar la metodología en exámenes continuos y las preguntas, cuestiones o problemas deben ser de poca o mediana dificultad, que exijan sobre todo memoria por repetición, descripción o narración del texto aprendido.
En esta etapa escolar importa mucho alcanzar la calidad del estudio memorístico por varias razones. Primero, hasta los 12 años es la manera normal de estudiar y aprender los contenidos programados. Después, para algunos temas o asignaturas, incluso de niveles superiores, es fundamental tener una lectura memorística potente. Por otro lado, este nivel de lectura es necesario para seguir madurando, ya que la memoria es el alimento de la inteligencia. Además, es necesaria para la lectura rápida de búsqueda de datos o de aterrizaje en el estudio de un tema o pregunta. Por supuesto que es necesaria para la lectura recreativa de cuentos, novelas, revistas, periódicos… que se debe inculcar desde niños, pero que conviene mantener durante toda la vida.
No es corriente que haya problemas en conseguir esta manera de leer y de estudiar entre las edades de 8-12 años. No abundan los fracasos en fases iniciales de estudio, pero los casos que aparecen necesitan de un seguimiento eficaz e individualizado para que no se enquisten irreversiblemente en adelante. Sí que abundan los casos de autocomplacencia y estancamiento en este nivel de lectura y calidad de estudio.
Por lectura abstracta, llamada también significativa, se entiende aquella que capta con rapidez el significado abstracto de los conceptos, ideas, teorías, principios; y las relaciones, clasificaciones e interacciones entre datos, hechos, personajes, acontecimientos, etc. (LOCKE, E.A., 1987) Este tipo de lectura y de estudio exige un esfuerzo de concentración mental muy superior al de la comprensión concreta de la fase anterior. Este nivel de lectura y estudio razonado capta y distingue, con facilidad y rapidez, las ideas principales que aparecen en el texto y se canaliza el esfuerzo primero hacia comprensión del mensaje, para luego memorizar el vocabulario y los datos necesarios para la expresión personal de los conceptos o ideas leídos. Precisa de una inteligencia superior, consciente y reflexiva, que nos hace diferentes del resto de los seres vivos y que exige un esfuerzo mental abstracto o simbólico, también superior a la empollona memorística. Quizá esta exigencia de esfuerzo de concentración sea la explicación de por qué muchos adolescentes y jóvenes rechazan esta manera de estudiar y no llegan a madurar como estudiantes. Por supuesto, se debe estimular la lectura de afición en textos de este nivel de exigencia de madurez mental.
La lectura abstracta es necesaria para aspirar a un estudio inteligente, que permita hacer frente a los contenidos programáticos. Es necesario alcanzar este nivel de abstracción mental para afrontar con garantías de futuro los niveles de exigencia en niveles superiores de estudio. Por tanto ya no basta, por ejemplo, saberse de memoria, o mecánicamente, la fórmula del agua (H2O), sino que hay que saberla explicar, o interpretar significativamente, como la representación simbólica de la molécula de la sustancia agua, que se halla compuesta por dos átomos del elemento Hidrógeno y por un átomo del elemento Oxígeno. Supone también comprender el significado de los conceptos átomo, molécula, elemento, compuesto… El nivel de exigencia de las preguntas en los exámenes son abstractas, o de mediana dificultad, y exigen respuestas que demuestren memorización de contenidos, pero también explicación razonada, coherente, continuada y argumentada.
La importancia de alcanzar la calidad del estudio abstracto es enorme porque supone la entrada en la madurez como estudiante. Es un verdadero destete a nivel mental. Hay que cambiar poco a poco una manera de estudiar, basada fundamentalmente en la memorización de datos concretos y aislados, por otra más inteligente, basada en la comprensión de las ideas en primer lugar y, después en la memorización selectiva de los datos y del vocabulario necesario para la explicación personal, no necesariamente como está en el texto. De igual manera, ya no basta con memorizar una fórmula matemática hay que saberla aplicar a problemas o cuestiones concretas. La causa más importante de esta problemática es que el salto del estudio memorístico concreto al abstracto conceptual presenta dificultades del desarrollo psicoevolutivo de la persona que no siempre se tienen en cuenta. Es un salto cualitativo que diferencia la inteligencia superior de los humanos de la inteligencia inferior del resto de los animales. El esfuerzo de concentración es muy superior también, por tanto el nivel de exigencia también debe ser mayor.
La lectura integradora y el estudio contrastado. Para alcanzar una lectura que dé comprensión integrada hay que superar la lectura y el estudio abstractos, de igual manera que para llegar a un nivel de abstracción suficiente se debe superar el nivel de estudio narrativo memorístico; y para llegar al memorístico hay que dominar los reflejos y automatismos de la lectura perceptiva infantil. Es decir, el edificio del estudio se construye comenzando por los fundamentos y construyendo tres pisos. La lectura perceptivo-mecánica es equivalente a poner los fundamentos del edificio del estudio; la lectura concreta y el estudio memorístico similar a levantar el primer piso; la lectura abstracta y el estudio inteligente equivalente a alzar el segundo piso; y la lectura integradora y el estudio razonado equivale a la culminación del tercer piso.
La lectura integradora consiste en hallar conexiones e interacciones, semejanzas y diferencias, entre conceptos, o ideas, relacionados pero diferentes entre sí. Por ejemplo, entre las ideas o conceptos de un mismo tema o capítulo, dentro de una misma asignatura o de asignaturas diferentes pero afines, entre las diferentes lenguas castellana, catalana, inglés… Entre un curso y el siguiente, de lo tratado en clase con lo leído o escuchado en medios de comunicación, etc. Todo ello supone tener antenas que reciben y coordinan las diferentes fuentes de información en una integración consciente y contrastada. Se debe continuar con la afición a una lectura acorde a esta exigencia global y a las preferencias y dones naturales de cada persona. El paso del estudio abstracto al integrado no suele presentar problemas siempre y cuando la comprensión abstracta, que presupone, se haya conseguido bien y se realice con la madurez que corresponde. También se necesita autoexigencia personal que supere la tendencia natural al estancamiento en la evolución mental de la persona. La importancia de culminar esta cima de calidad en la lectura es vital para la eficacia y el triunfo en estudios de grado medio y superior. Es al nivel que debes aspirar si deseas seguir estudiando sin problemas, y ser un profesional feliz, competente y competitivo.